La Cupulita, obra del arquitecto Luis Iván De la Torre, es una de esas creaciones arquitectónicas que trascienden su tiempo y redefinen el concepto de sostenibilidad. Esta vivienda única, construida hace más de 50 años en las laderas de Guápulo, Quito, fue diseñada con una estructura geodésica de madera y ferrocemento, que optimizaba tanto el uso de materiales como de energía. Lamentablemente, el pasado 24 de septiembre, el incendio que consumió 140 hectáreas de bosque en Guápulo destruyó también este icónico hogar, dejando tras de sí una dolorosa pérdida tanto para la arquitectura como para el medio ambiente.
La visión de Luis Iván fue avanzada para su época. Inspirado en la geometría de un icosaedro, aplicó una estructura de triángulos equiláteros que maximizaban la resistencia con un uso mínimo de recursos. Esta combinación de eficiencia estructural y materiales sostenibles, como la madera de pino y el ferrocemento de apenas 3 cm de espesor, fue una muestra de su compromiso ambiental. Además, la casa incluía un sistema de reutilización de aguas grises, un tanque séptico y un generador eólico en la parte superior del domo, elementos que reflejaban su enfoque en el ahorro de agua y la generación de energía limpia.
Una casa, un hogar y un legado
La Cupulita fue mucho más que un proyecto arquitectónico; fue un hogar cálido que cobijó a las familias De la Torre Troncoso y Camba De la Torre. Para quienes compartieron su espacio, La Cupulita no era solo un símbolo de sostenibilidad, sino también un lugar lleno de recuerdos y momentos memorables. Hoy, su destrucción a manos de un incendio que, irónicamente, simboliza la creciente crisis climática, nos recuerda la vulnerabilidad de estos legados sostenibles frente a las acciones humanas y sus efectos sobre el planeta.
Un mensaje que perdura
Luis Iván De la Torre, visionario de la arquitectura ecológica, entendió desde hace décadas la importancia de respetar los recursos naturales en cada etapa de construcción. Su obra es un llamado de atención a la necesidad urgente de replantear nuestros hábitos de consumo y cuidar el medio ambiente. Aunque La Cupulita ya no esté físicamente, su impacto sigue vivo en la memoria de quienes la conocieron y en los principios que inspiró.