En un giro que parece sacado de una novela de suspenso, Power China, matriz de la misma Sinohydro que construyó la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair con 17.000 fisuras (sí, 17.000), se postula para «arreglar» su propio desastre. Sí, leyó bien. La misma empresa que nos vendió la obra defectuosa por la que Ecuador reclama USD 580 millones ahora propone “comprarla” o recibirla en concesión para repararla. Suena a chiste, pero es la realidad que enfrenta el Estado ecuatoriano.
El problema es mayor de lo que parece: Coca Codo Sinclair costó a los ecuatorianos nada menos que USD 3.300 millones, tres veces el precio inicial prometido en el gobierno de Rafael Correa. Ahora, con las grietas y fallas a la vista y el arbitraje internacional en curso, el Estado debe decidir si entrega la hidroeléctrica en bandeja de plata a la empresa que la construyó con deficiencias estructurales.
Carlos Pérez García, exministro de Energía, señala que, aunque suene descabellada, la propuesta de Power China podría ser la única forma de evitar un desastre ambiental y financiero en la hidroeléctrica que supuestamente iba a liberar al Ecuador de los apagones y que ahora es una fuente de problemas. “Sería mejor que se hagan responsables de las fallas y nos devuelvan el dinero”, comenta Pérez, quien también detalla cómo las relaciones con China, bautizadas por Correa y el presidente Xi Jinping como una “Asociación Estratégica Integral”, terminaron en deudas, secretismo y corrupción.
Mientras tanto, al presidente Daniel Noboa le toca decidir si cede a la oferta o prefiere esperar a que los problemas “se resuelvan solos” hasta después de las elecciones de 2025. Pero no es el único asunto en juego; el gobierno también acaba de anunciar otro préstamo chino para construir una cárcel en Santa Elena. Esto mientras el país sigue endeudado con grandes sumas a tasas de interés altísimas, con contratos tan confidenciales que ni siquiera los propios ministros podían leerlos. “Nos pusieron de rodillas y aún nos tienen atados”, dijo Pérez, refiriéndose a las condiciones draconianas en que Ecuador se endeudó con China en la época de bonanza petrolera.
En resumen, el escenario es complicado. ¿Debe Ecuador entregar el control de la hidroeléctrica para evitar mayores problemas? ¿O ceder es solo otro capítulo de una historia de concesiones, donde los mismos responsables de los problemas son los únicos interesados en «solucionarlos»? A estas alturas, parece que estamos atrapados en un ciclo sin fin de endeudamiento, opacidad y concesiones… y al parecer, sin una salida fácil a la vista.
En un giro que parece sacado de una novela de suspenso, Power China, matriz de la misma Sinohydro que construyó la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair con 17.000 fisuras (sí, 17.000), se postula para «arreglar» su propio desastre. Sí, leyó bien. La misma empresa que nos vendió la obra defectuosa por la que Ecuador reclama USD 580 millones ahora propone “comprarla” o recibirla en concesión para repararla. Suena a chiste, pero es la realidad que enfrenta el Estado ecuatoriano.
El problema es mayor de lo que parece: Coca Codo Sinclair costó a los ecuatorianos nada menos que USD 3.300 millones, tres veces el precio inicial prometido en el gobierno de Rafael Correa. Ahora, con las grietas y fallas a la vista y el arbitraje internacional en curso, el Estado debe decidir si entrega la hidroeléctrica en bandeja de plata a la empresa que la construyó con deficiencias estructurales.
Carlos Pérez García, exministro de Energía, señala que, aunque suene descabellada, la propuesta de Power China podría ser la única forma de evitar un desastre ambiental y financiero en la hidroeléctrica que supuestamente iba a liberar al Ecuador de los apagones y que ahora es una fuente de problemas. “Sería mejor que se hagan responsables de las fallas y nos devuelvan el dinero”, comenta Pérez, quien también detalla cómo las relaciones con China, bautizadas por Correa y el presidente Xi Jinping como una “Asociación Estratégica Integral”, terminaron en deudas, secretismo y corrupción.
Mientras tanto, al presidente Daniel Noboa le toca decidir si cede a la oferta o prefiere esperar a que los problemas “se resuelvan solos” hasta después de las elecciones de 2025. Pero no es el único asunto en juego; el gobierno también acaba de anunciar otro préstamo chino para construir una cárcel en Santa Elena. Esto mientras el país sigue endeudado con grandes sumas a tasas de interés altísimas, con contratos tan confidenciales que ni siquiera los propios ministros podían leerlos. “Nos pusieron de rodillas y aún nos tienen atados”, dijo Pérez, refiriéndose a las condiciones draconianas en que Ecuador se endeudó con China en la época de bonanza petrolera.
En resumen, el escenario es complicado. ¿Debe Ecuador entregar el control de la hidroeléctrica para evitar mayores problemas? ¿O ceder es solo otro capítulo de una historia de concesiones, donde los mismos responsables de los problemas son los únicos interesados en «solucionarlos»? A estas alturas, parece que estamos atrapados en un ciclo sin fin de endeudamiento, opacidad y concesiones… y al parecer, sin una salida fácil a la vista.