Mientras el Gobierno de Daniel Noboa enfrenta un paro nacional, la gran apuesta del presidente —una Asamblea Constituyente— se abre paso en medio de divisiones, suspicacias y discursos repetidos. La pregunta clave llegará pronto a las urnas: ¿queremos una nueva Constitución? Y si la respuesta es “sí”, ¿quién escribirá las reglas del juego?
Una consulta con varios frentes
El Consejo Nacional Electoral abrió la inscripción para las campañas por el Sí y por el No, que estarán vigentes hasta el 1 de octubre. Hasta ahora, 13 organizaciones políticas y sociales se han registrado. Los bloques ya marcaron terreno: la UNE está en contra, CREO respalda al oficialismo, y el resto calcula dónde le conviene pararse.
Noboa insiste en que no busca la reelección indefinida. En Latacunga lanzó una frase para la vitrina: “Creo en el cambio, creo en el recambio”. Pero el trasfondo político es más complejo.
Los riesgos de un experimento
Analistas advierten que la Constituyente puede ser tanto una oportunidad como un búmeran. Alfredo Espinosa, experto electoral, cree que podría ser el espacio para un nuevo pacto social. Aunque reconoce un temor latente: que termine siendo una Constitución hecha a la medida del Gobierno, como en su momento lo fue la de Montecristi para el correísmo.
Ana Belén Cordero, de CREO, añade otro matiz: la consulta podría convertirse en un plebiscito sobre la gestión de Noboa. Y si la gente vota en contra, no solo se caería la Constituyente, también se erosionaría la legitimidad del presidente.
Si gana el No…
El “No” no sería solo un ahorro de $200 millones —costo estimado del proceso—. También sería una derrota política que fortalecería el discurso del correísmo, que ya huele la oportunidad de reposicionarse como la principal fuerza de oposición.
El verdadero dilema: quiénes redactarán la nueva Constitución
Si gana el “Sí”, se abrirá otra batalla: elegir a los 80 constituyentes. Espinosa recuerda que este espacio no será de plenos poderes, pero sí tendrá capacidad para modificar las bases del Estado. Por eso, advierte que los perfiles deberían salir de la academia y no de la tómbola de siempre.
Cordero lanza un dardo: “¿Queremos a un tiktokero famoso o a gente con experiencia real?”. Una pregunta incómoda en un país donde los partidos han demostrado más habilidad para fabricar caudillos que para formar líderes preparados.
El cálculo de la política
El consultor Juan Rivadeneira cree que lo más probable es que la Constituyente gane en las urnas. ¿La razón? Porque todos los partidos —incluso la Revolución Ciudadana— quieren estar dentro, aunque eso signifique legitimar un proceso que antes habrían rechazado. Al final, lo que está en juego son espacios de poder, no necesariamente un nuevo modelo de país.
Rivadeneira sospecha que Noboa usará a ministros y legisladores cercanos para asegurar control en la Constituyente. Incluso interpreta la salida de Luisa González de la presidencia de RC como un movimiento para tener libertad de acción en este nuevo tablero.
¿Cambio real o maquillaje político?
Lo cierto es que la consulta no resolverá el problema de fondo: la polarización. Ecuador enfrenta el dilema de repetir la historia —con una nueva Constitución hecha para un Gobierno de turno— o lograr, por primera vez, un pacto nacional que mire más allá de los intereses partidistas.
La papeleta llegará a las manos de los ciudadanos, pero el verdadero reto estará después: quién escribe, quién negocia y quién se beneficia. Y ahí, como siempre, los discursos de “nuevo país” suelen quedarse en el papel.
Periodismo Ecuador seguirá contando cómo se cocina este experimento político que, dependiendo del resultado, puede ser el inicio de un cambio profundo o apenas otro capítulo del reciclaje de élites.
